Como parte de las actividades del evento Fiesta de la Lectura / The Reading Festival, desarrollado por la Fundación Cuatrogatos entre el 7 y el 12 de octubre de 2013, se realizó el taller de escritura creativa en español Jugar y crear con las palabras, en la International Studies Preparatory Academy (ISPA), situada en Coral Gables, Miami.
En este taller, impartido por el escritor y editor Sergio Andricaín, participó un grupo de jóvenes de duodécimo grado, todos estudiantes de idioma español. También estuvieron presentes en la actividad los profesores Mauro Courel y José María Álvarez.
A continuación, reproducimos algunos de los trabajos producidos por los alumnos en el marco de este taller. La consigna que recibieron fue escribir un texto en primera persona, desde la voz de un objeto que previamente habían elegido al azar:
Si algún día decides usarme de nuevo, estaré donde siempre he estado, junto a tu amigo que te suaviza el pelo. Poco a poco mi rencor hacia él ha crecido, ya ni siquiera me platica. Hace un par de años solías utilizarme a diario, pero decidiste que mi enemigo era mejor que yo y que yo no soy necesario. ¿Qué te da él que yo no te puedo dar? Ahora que lo pienso bien, creo que sé por qué me has abandonado. Seguramente fue aquella mañana que estaba todo resbaloso y por accidente me deslicé entre tus dedos. Me caí justo en el dedo chico de tu pie izquierdo y pegaste un grito fuerte. Ojalá decidas perdonarme, me he sentido muy seco últimamente.
(La pastilla de jabón)
Bernardo Rieveling
Decidirme entre ser útil o limpia es difícil. En cualquier momento que me necesites allí estaré mientras Benjamín Franklin se da un descanso. Me rallas hasta saciarte y sin preocuparte, pero al final del mes tienes que poner de tu parte. Todo muy bonito desde tu perspectiva, pero ¿alguna vez te has detenido a pensar por dónde camino? De tienda en tienda voy pasando por un túnel, dura poco, pero con la rapidez que me rallas me da miedo y me duelen las orillas. Miles de otras como yo pasan y la suciedad me contamina mientras tú sigues y caminas no pensando en mi vida. Al final del día vuelvo a mi hogar, un depósito oscuro con compartimientos en donde guardas muchas otras como yo.
(La tarjeta de crédito)
Katherine Cortés
Una vez era blanco, pero no del color de una hoja de escribir, sino blanco sin manchas. Yo era parte de una sociedad que, sin unión, la estructura de la vida de algunos seres vivos, caería. Las historias que yo cuento son maravillosas; la madurez de una persona y las cicatrices de su pasado. Soy fundamental, soy fuerte…. pero, como todas las fuerzas, tengo un fin. Ahora mi hogar, mi sociedad y mi identificación como una guía, no existe… Ahora, mi color es un amarillo, bañado en lamento y memorias… Ya no soy fuerte como era antes… parece ser que el tiempo me ha afectado a mí también, igual que a mi querido dueño. Soy lo que ÉL ha dejado en esta tierra tan cruel, para avisar que una vez tenía un puesto en la vida, soy la huella de su antigua presencia.
Ahora… ¿qué? ¿Espero que me salve alguien de esta tumba? No he saludado a la luz en lo que parece una eternidad y el calor del sol no me ha dado un abrazo… bueno quizás no sea el sol, pero la actividad subterránea de los seres vivos que no me necesitan, que no me entienden, que no entienden mi importancia. ¡Déjame! Déjame en paz… No soy basura… soy identificador de vida, huella de antiguo ser vivo, soy una historia de los dueños de la tierra… soy… una guía… soy un regalo de mis padres, un regalo de Dios… Soy…un hueso.
(El hueso)
Gabriel Vásquez
De día en día, usado y maltratado. Negro de color y escondido la mitad de la jornada. Durante el día camino y por la noche descanso. En la oficina, en la casa, en la ciudad, el sonido que hago es clack, clack, clack. Somos miles, tratados igual y con el mismo uso. Húmedos y calientes hasta que llego a casa y el dueño me pone en mi mueble. Lo único que se puede hacer es esperar a que el dueño se compre un nuevo par y que, al fin, nos deje solos.
(El zapato)
Ramiro González
Me usan de vez en cuando, pero cuando descanso, soy el más feliz del mundo, y cuando no, me tienen encajado, aguantando algún pedazo de tela o algo similar. Me sujeta por mi cabeza calva casi siempre una mujer, casi siempre mayor. Se pasan el día usándome. La mayoría de las veces las abuelas no tienen nada que hacer en casa y no me dejan descansar. Todos me temen, me llaman “el pinchador”; no suena muy bonito, pero así soy yo, ese es mi trabajo, diría que en un día pincho millones de hilos. Soy invencible ya que soy de metal.
(El alfiler)
René Bustamante
Supongo que ahora con tanta tecnología me han sustituido por otras cosas como el zoom, pero yo me sigo sintiendo útil. Los detectives siempre me llevan encima, por si hay alguna evidencia tan pequeña que ni siquiera ellos la pueden ver. Los niños, en cambio, me usan como un pasatiempo para quemar cosas, porque con el reflejo de luz, consigo agujerear las hojas de las plantas como si fuese una oruga. Para ellos soy un juguete, me agarran y no pueden creerse que una cosa que esté tan lejos, con mi ayuda, la puedan ver tan cerca.
(La lupa)
Ángela Álvarez-Tejada
Vengo en muchos colores; algunas veces los doctores me utilizan con humanos muertos. Siempre estoy mojado por el sudor y la humedad dentro de mí. Tengo cinco brazos y cada uno es muy importante y se usa todos los días. Tengo un gran problema con mi trabajo: estoy deprimido porque los humanos malos, esos nada más me necesitan para trabajos y cosas que ellos no quieren hacer, porque si su piel toca con lo que yo trabajo, pueden tener una reacción negativa. Estoy obligado a hacer lo que hago. Para mí es injusto porque me ponen en peligro para que no les pase nada a ellos, pero lo peor es que no me pagan nada ni me dan las gracias, no se dan cuenta de lo tanto que me necesitan, pero cuando no esté, es cuando sabrán lo que tenían.
(El guante)
Wilfredo García
Todos los días amanezco acostado junto a la puerta en la pared. Me despierto temprano para dirigirme al coche y ahí comienza mi día para nada agitado. Muchas veces hago el viaje en el maletero o si no en el piso de la cabina de los pasajeros. Si tengo suerte, me baño, pero si no me baño, puede que me quede en el coche por varios días. Cuando me baño, regreso al mismo lugar de partida, solo que esta vez no estoy contra la pared en posición militar, más bien estoy con los brazos abiertos para secarme. Duermo toda la noche después de mi baño esperando al siguiente día para comenzar la rutina.
(La sombrilla)
Mónica Reyes
Muy buen trabajo. Quiero abrir un taller de escritura en mi barrio y el blog es muy inspirador!! Gracias
Muy buen trabajo el de estos chicos, sobre todo si toma en cuenta que son muchachos bilingües y que muchos de ellos el idioma que utilizan con más frecuencia es el inglés. ISPA es una excelente escuela pública, de las mejores de Miami.