Letras mágicas

Letras mágicas. Aramís Quintero

El libro como tesoro: Letras mágicas

Las mágicas letras de Aramís Quintero —caballero, lancero, mosquetero de historias verdaderas y mágicas— han ido poblando de belleza la poesía de su lengua nuestra: la española. ¿Qué más podrá decirse de este libro suyo, sino que es un tesoro? Tesoro rescatado de un naufragio: el naufragio de todo lo que vive, en viaje hacia el insondable fondo. Un perdido ejemplar del Quijote, puesto en las manos del poeta por otras manos también mágicas —allá en la ciudad de San Carlos y San Severino de Matanzas—, dio origen a este libro que es un tesoro, porque en sus páginas de puro aliento mágico viven, reviven y perviven las capitulares de otro libro y otro siglo —el XIX, quizás el siglo más lejano de este siglo XXI, que ha echado a correr despavorido no bien se vio que el año 2000 no era el final de nada.

Cada poema de Letras mágicas se abre desde una capitular que parece vivir por sí misma, y para sí misma: el autor ha aprendido toda la minuciosa y encarnizada paciencia de la que necesitó quien grabó las letras: el poeta se hizo miniaturista, calígrafo, impresor, editor, pero siempre el poeta de todos sus libros: el que ha vivido y venido escribiendo desde tan lejos como lo son ayer y mañana —palabras, tal vez, sinónimas—, con el buril del grabador ajeno al paso de las horas y los días.

Cada página de Letras mágicas pide la detención de las horas y los días. Cada capitular encierra una historia, o muchas historias, que se entrelazan hasta que, desde el trasfondo de las líneas, brota y fluye una lectura: el poema, cada poema, todos los poemas escritos con la maestría de quien no quiere decirnos otra cosa —y nada menos— que la poesía misma, con todo su agónico esmero.
Emilio de Armas