Mi abuela la loca

Mi abuela la loca. José Ignacio Valenzuela

Mi abuela la loca, del escritor chileno José Ignacio Valenzuela, es una novela inspiradora y mágica de principio a fin. A través de una narración sencilla y fluida, y de una utilización deliciosa del diálogo, conocemos a Vicente, un niño silencioso y dedicado a sus estudios que aprende a mirar su entorno de la mano de su abuela Petunia, la loca. 

Si una tarde Vicente se queda en casa de su abuela, porque su mamá por fin consigue trabajo y no tiene con quién dejarlo, esa visita se convierte en algo más profundo y necesario. Cada instante que transcurre con ella es la oportunidad de compartir un viaje interior maravilloso que no tiene límites, y donde no es importante el sentido del tiempo.
 
Vicente aprende que existen imágenes detrás de cada palabra y un universo sensorial más allá de lo que los ojos alcanzan a ver. De esta forma, su abuela Petunia: la loca, la poeta, la del lenguaje de los lunares, la del cabello negro lleno de spray, la del sombrerito verde con plumas, la maravillosa “culpable” de todo lo que le gusta o no le gusta, se convierte en la persona imprescindible de su vida. 

Mi abuela la loca es una novela delicada e inteligente, que toca con muy buen tino las emociones e invita a defender la identidad de cada ser humano. Una historia conmovedora que deja claro lo importante que es para cualquiera, muy en especial para los niños, contar con una figura inspiradora que ayude a descifrar los caminos de la vida. En este caso y a través de este juego con su abuela Petunia, Vicente descubre que es y será un escritor. 

Es cierto, casi siempre que imaginamos a la abuela perfecta nos viene a la mente la imagen de una anciana adorable, de pelo blanco, que en las tardes hace tejidos y hornea pasteles los domingos. Mi abuela la loca propone todo lo contrario y Petunia, a través de su manera diferente de ver el mundo, enseña a su nieto a mejorarlo y a no olvidar que lo importante es invisible para los ojos y que el corazón es quien tiene la mirada más profunda.
Cristina Rebull