Ilustración de Ximena García (Argentina)
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Fiesta de disfraces

José Ignacio Valenzuela
Te contaré que esta historia comienza así: “Estás invitado a mi concurso de disfraces. Atentamente, el Cocodrilo Drilo”, decía la tarjeta que los animales recibieron por correo. Llenos de entusiasmo, todos se pusieron manos a la obra para sorprender al festejado con sus atuendos y convertirse en el ganador del evento. El hipopótamo, después de mucho pensarlo, se vistió de ratón. La ballena, de mono. El conejo, de elefante. El búho, de zorro. El canario, de león. La jirafa, de vaca. El cerdito, de oso. El pingüino, de abeja. La abeja, de pingüino. El oso, de cerdito. La vaca, de jirafa. El león, de canario. El zorro, de búho. El elefante, de conejo. El mono, de ballena. Y el ratón, de hipopótamo. Cuando llegó la hora de partir, se subieron al autobús que los llevaría a la casa de Drilo, al otro lado del bosque. El ratón, que iba con su traje de hipopótamo, se sentó al volante y condujo a toda velocidad hacia su destino. Al llegar, el cocodrilo los miró uno a uno para así elegir al ganador. Después de mucho pensarlo, anunció triunfal con sus doscientos dientes: “¡El premio se lo lleva la abeja por su original disfraz!”. Todos aplaudieron orgullosos a la emocionada vencedora de la noche, e hicieron una larga fila para abrazarla. A ver, tú, ahora cierra los ojos y trata de recordar: ¿de qué iba disfrazada la abeja? ¿No te acuerdas? Vuelve a leer esta historia que comienza así…