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  • Marina Colasanti.

Marina Colasanti y las metáforas del inconsciente

Sergio Andricaí­n y Antonio Orlando Rodrí­guez

Primero la conocimos por sus libros de cuentos. Deslumbrantes, con el sabor de las antiguas historias; tan precisos que en ellos ni sobra ni falta una palabra. 

Después vinieron las cartas y descubrimos, mediante ellas, que detrás de aquellos relatos de princesas, unicornios y castillos, habí­a una persona sencilla y comunicativa. 

Luego, ¡por fin!, vino el encuentro. Ocurrió en Medellí­n, en septiembre de 1993. Invitada por Comfenalco y la Fundación Ratón de Biblioteca a participar, junto con intelectuales de toda América Latina, en el II Coloquio Internacional del Libro Infantil, Marina Colasanti se ganó la simpatí­a de todos por su calidez, sus certeros juicios y su eterna sonrisa. 

Su producción literaria incluye tanto libros para niños y jóvenes como obras de narrativa y poesí­a destinadas a los lectores adultos. Sus creaciones han merecido, en uno y otro campos, importantes distinciones. Dentro de su bibliografí­a para niños, sobresalen tí­tulos como Una idea toda azul, En el laberinto del viento, Ana Z., ¿dónde vas?, Entre la espada y la rosa, La amistad bate la cola y Clasificados y no tanto

En 1994, Marina Colasanti ganó el primer premio del concurso latinoamericano de cuentos para niños convocado por Unicef y Funcec con su relato "La muerte y el rey" (incluido, años depués, en el libro Veintitrés historias de un viajero). Con Lejos como mi querer recibió en 1996 el premio de literatura infantil y juvenil Norma-Fundalectura. 

Conversar con Marina Colasanti es una experiencia deliciosa. Su sentido del humor y la agudeza de sus respuestas la convierten en ese “entrevistado ideal” con que sueña cualquier periodista. 

Nació en Etiopí­a, en 1937, de padres italianos, durante la ocupación del ejército de Italia en ese paí­s; pero la Segunda Guerra Mundial hizo que su familia emigrara a Suramérica. En Brasil, Marina Colasanti estudió artes plásticas (ella misma hace las ilustraciones de muchos de sus libros) y después se vinculó a los medios de difusión masiva como periodista, editora de la revista femenina Nova y guionista y presentadora de programas de televisión. 

Un buen punto de partida para comenzar el diálogo fue interrogarla por sus orí­genes como escritora de libros para niños y jóvenes. ¿Cómo llegó, del periodismo y la ficción para adultos, al universo literario de los niños? 

“Por casualidad”, responde, y añade enseguida: “¿No es así­ como se entra, casi siempre, en lo maravilloso?”. 

Marina trabajaba en el Jornal do Brasil y se vio precisada a sustituir a la editora de un suplemento semanal para niños, que habí­a sido encarcelada por la dictadura militar. De pronto se vio sin tener qué publicar y, para resolver el problema, pensó reescribir un cuento clásico. Se sentó a la máquina... pero salió otra cosa. Otro cuento de hadas.  

“Y fue así­ como, sin querer, me vi dentro de un universo encantado, de riqueza incomensurable, del cual nunca más quise salir”. 

Marina Colasanti tiene el don de cautivar a todos con las finas historias que borda en el bastidor de su imaginación. Ella piensa que “la poesí­a, para un escritor, o está en todas partes, o no está en parte alguna”. En cada uno de sus cuentos se respira desde el primer hasta el último renglón. 

¿Y por qué cuentos de hadas a las puertas del siglo XXI? 

Porque, para las hadas, el fin del siglo XX es igual al comienzo del XII. Las hadas están fuera del tiempo. O mejor, las hadas están en el tiempo del inconsciente, un tiempo mucho mayor que nuestro pequeño tiempo cronológico. 

¿Son tus cuentos de hadas metáforas concientes o metáforas del inconsciente? 

Metáforas del inconsciente, seguramente. Esa es para mí­ una cuestión de ética interna. Detestarí­a elaborar metáforas para «enseñar» cosas a los pequeños lectores, para «inculcar» conceptos morales, para «ayudarlos» a resolver problemas emocionales o prácticos. Nunca he deseado hacer libros disfrazadamente paradidácticos. Mi intención siempre ha sido hacer literatura. Creo en la fuerza de la literatura como elemento estructurante, lejos de las obviedades, de lo previsible, de los «recados» embutidos. En cuanto a los cuentos de hadas, los verdaderos cuentos de hadas, aquellos que estremecen el alma dialogando silenciosamente con ella, su esencia está en el origen, surgen de las camadas más profundas del inconsciente. A veces, al escribirlos, siento como si yo fuera apenas el receptor de historias distantes que por misterio ”“o lujo”“ son contadas dentro de mí­. 

Si tuvieras que recomendar uno de tus libros a una persona interesada en tener un primer contacto con tu obra infantil y juvenil, ¿cuál escogerí­as? 

Tengo mucha dificultad para recomendar mis libros, por una cuestión de mí­nima elegancia. Pero si tuviera que hacerlo, recomendarí­a Una idea toda azul. Me parece una buena puerta de entrada, ya que fue la que yo misma utilicé. Están allí­ las principales claves de lectura para el universo de mi escritura para jóvenes. Y comienzan allí­ los caminos por los que avanzarí­a a lo largo de muchos libros. 

¿Qué es lo brasileño en tus historias? 

En verdad, no soy brasileña. Soy escritora brasileña porque escribo en la lengua brasileña. Pero soy una persona italiana. Mis raí­ces, todas, están en Italia. Llegué a Brasil con once años. Mis cartas ya estaban marcadas. Hasta hoy una parte de mí­, la que escribe, tiene la certeza de que la primavera es en abril, y que nieva en el invierno. Mi fruta no es la guayaba. Y los castillos en que me pierdo y me encuentro son los de los paisajes de mi infancia. 

¿Qué diferencias observas entre tu escritura dirigida a niños y adolescentes y la que produces para el público de lectores adultos? 

Poca, si miramos en profundidad. Y es mi deseo que así­ sea. Mi intención es construir una obra homogénea, í­ntegra, a través de los diversos géneros que practico (también escribo ensayos periodí­sticos, poesí­a). Recientemente organicé una antologí­a dirigida al público adulto (Um espinho de marfim e outras historias, Ed. L&PM) justamente con la intención de mostrar esa integridad, reuniendo cuentos de hadas, minicuentos, cuentos más extensos, y mostrando cómo un mismo tema es retomado de forma diferente en diferentes géneros. Un libro que organicé con mucha satisfacción, porque de cierta forma me demostraba a mí­ misma que, a lo largo de tantos años, he conseguido mantenerme en el camino que deseaba, realizar mi proyecto. Y acabo de entregar a mi agente un libro para jóvenes (Penelope manda lembraní§as), con tres historias de metamorfosis que podrí­an funcionar perfectamente para adultos. En cuanto a los cuentos de hadas, otra de sus caracterí­sticas es ser lectura para todas las edades. 

¿En qué medida tu trabajo en la prensa y la televisión influyeron en tu labor como autora de libros para niños? 

La escritura es el resultado de todo ”“vida, experiencia, conocimiento”“, y todo la influencia. Puedo decir que el periodismo, con el ejercicio prácticamente diario del texto, durante muchos años, afiló muy bien afiladas mis herramientas de trabajo. 

Un buen cuento, ¿cuál es? 

Aquel que sacude el alma del lector. El que, al final, lo obliga a respirar un poquito más profundo. Aquel que le da deseos de cerrar el libro, de dejar el cuento siguiente para mañana, para poder prolongar en la boca el sabor del que terminó de leer... 

¿Podrí­a afirmarse que tus historias de hadas son un antí­doto, una vacuna contra la insensibilidad del mundo contemporáneo? 

No creo que el tiempo contemporáneo sea más insensible de lo que fue el antiguo. La diferencia es que ahora hablamos mucho de eso y la sensibilidad nos parece un deber social. El ser humano tiene esa capacidad sorprendente de vivir al mismo tiempo la más atroz crueldad y una sensibilidad conmovedora. Florecieron artistas bellí­simos durante la Guerra de los Cien Años y los generales chinos siempre fueron admirables poetas. Mis cuentos no son un antí­doto, no son una vacuna. Me gustarí­a que fueran una puerta, apenas una de tantas, hacia la fantasí­a. 

¿Cómo describirí­as el panorama actual del libro infantil y juvenil en Brasil? 

Una pregunta difí­cil, ya que estoy incluida en ella. Intentaré generalizar. Está, como los otros panoramas de la misma área, gobernado por las leyes del feroz mercado de consumo. Se publica mucho aquello que va a vender más. Lo que no siempre tiene que ver con la calidad. Se publican mucho aquellos libros que, como decí­a antes, no me gustarí­a escribir. Algunos hasta muy bien hechos. Pero literatura de verdad hay menos, hay poca. Solo algunos autores, que se cuentan con los dedos. Una cosa buena son las colecciones con historias del folclor indí­gena. Y la presencia de nuestro folclor sertanejo. 

¿Tus lecturas inolvidables? 

¿Lo que ustedes quieren son los libros imprescindibles para mí­? ¿De mi vida? Si es eso, entonces: Pinocho, de Collodi (por la riqueza de situaciones, por el miedo, por la violencia de algunas soluciones y por el encanto del personaje); La isla del tesoro, de Stevenson (la aventura, el hallarse en otro universo teniendo que enfrentar situaciones inesperadas y nuevas); Cuentos, de Edgar Allan Poe (el encuentro, definitivo para mí­, con lo mágico y con el terror). Además, los cuentos de hadas, todos, que por tanto no puedo considerar como libro, sino como género, y eso ya es otra cosa. 

Y por último... ¿quién y cómo es esa señora que publica libros y que  responde al nombre de Marina Colasanti? 

Esa pregunta quienes podrí­an responderla mejor son ustedes. Yo puedo decir que soy una joven señora de 62 años que nació atenta, cada vez más llena de intereses y curiosidad por la vida, una mujer que ama perdidamente su trabajo, que mira adelante y ve libros y más libros por escribir, una mujer enamorada del arte.

Entrevista puesta en línea en enero de 2000.