Los retos de escribir para jóvenes: entre la solastalgia y la esperanza

Martha Riva Palacio Obón
Pensar en cuáles son los retos de escribir para jóvenes me llena de dudas. ¿Cómo hacerlo en un país repleto de fosas clandestinas en el que hay más de cien mil personas desaparecidas? Muchas de ellas, jóvenes. ¿Como escribir en este territorio, continente, mundo, en el que en plena emergencia climática se asesina y encarcela a personas defensoras de la tierra? ¿Cómo les puedo narrar lo que implica haber conocido especies que ahora son, serán, únicamente espectros? ¿Cómo explicar sin avergonzarme que soy parte de una generación que actualmente participa activamente en la creación de políticas públicas que día con día traicionan un poco más a quienes habrán de seguirnos? ¿Cómo devolverles la mirada en medio de esta situación que también me desgarra y rebasa? ¿Cómo narrar cuando se sabe que estamos al borde de algo y que nuestro planeta no será ya nunca lo que fue cuando yo tenía diecisiete años?

Solastalgia es una palabra creada por Glenn Albrecht para describir la angustia existencial, emocional, que genera el deterioro del medio ambiente. ¿Cómo escribir para jóvenes desde un cuerpo atravesado por la ausencia? ¿Cómo seguir narrando después de alcanzar el punto de quiebre? Aquí, para no perdernos en el abismo, habría que recoger nuestros fragmentos y contemplar la belleza que aún podemos encontrar dentro de ellos. Pero primero hay que decir que la literatura juvenil no es neutra, es un campo altamente politizado en el que, dependiendo de dónde nos situemos, estaremos avalando o no ciertos discursos y violencias.  

Si tenemos suerte y la claridad suficiente, quizás podremos abrir una grieta en el muro por la que podamos vislumbrar una infinidad de mundos posibles. Cuando me preguntan por qué escribo, mi primera respuesta es porque no puedo evitarlo; pero últimamente, estoy cada vez más convencida de que lo que me impulsa a seguir narrando es la necesidad de rendir testimonio. Asumirme testigo de mi época, de lo que implica haber sido en algún momento joven, de los glaciares y especies extintas que, parafraseando a Donna Haraway, alguna vez compartieron este mundo conmigo. Ser testigo de las heridas, del duelo, de los cuerpos atravesados por la ausencia, sí, pero también serlo de la risa, de las plantas y del asombro de saberse viva en un planeta.

Devolvernos la mirada, tender redes. Anna Tsing dice que el Antropoceno se caracteriza por la pérdida de tiempos y espacios de refugio. (Aquí subrayo la palabra tiempos.) La escritura gira en torno a la ausencia, a lo inefable. Retomando a Karen Barad, la escritura es espectral: crea entrelazamientos y disyunturas que nos permiten habitar de forma simultánea en distintos puntos del espacio-tiempo y ser multitud. Escribir para crear refugios: eso es lo que me impulsa a seguir narrando, a rendir testimonio. Aquí es donde surge la esperanza, porque me rehuso terminantemente a aceptar que somos únicamente lo que dicta un sistema que se rige por la pulsión de muerte y el goce. La alegría, el amor, la esperanza, la ternura, todas esas palabras que nos da vergüenza pronunciar en voz alta son parte de la resistencia. ¿Cuáles son los retos de escribir para jóvenes? Yo diría que el poder devolverles la mirada, reconocer sus pérdidas y sus heridas y, aún así, continuar siendo apasionada, ferozmente, esperanzadora. 

Texto leído por la autora como parte del panel Retos de escribir para jóvenes, en el IX Seminario de Literatura Infantil y Lectura de la Fundación Cuatrogatos y Miami Book Fair, Miami, sábado 19 de noviembre de 2022.