Óyeme con los ojos

Óyeme con los ojos. Gloria Cecilia Dí­az

Gloria Cecilia Dí­az, colombiana residente en Parí­s, es uno de esos autores, cada vez más difí­ciles de encontrar en la literatura infantil y juvenil, capaces de conmover con sus relatos. Hace algunos años, cuando a bordo de un avión terminé la lectura de su novela El sol de los venados, lo hice profundamente emocionado y convencido de que era la obra de una de las más significativas voces de la literatura iberoamericana actual. Por eso, cuando llegó a la redacción de Cuatrogatos una reedición de su libro Óyeme con los ojos, me apoderé de él y volví­ a leerme de un tirón, sin pausas, sus 78 páginas.

Una vez más la tersa prosa de Gloria Cecilia Dí­az me atrapó con la historia de Horacio, un niño que ha quedado sordo después de una enfermedad y que se esfuerza por reestablecer el equilibrio de su universo interior y rescatar la memoria de los diferentes sonidos. Como todo misterio que se respete, el de la escritura de esta autora es difí­cil de explicar: me limitaré apuntar algunos de sus principales resortes creativos. En primer lugar, llama la atención la presencia de un conflicto original y atractivo, expuesto con transparencia desde el inicio del relato: la confrontación entre un niño que enfrenta su discapacidad con valor y optimismo y Beatriz, su vecina, una mujer adulta, inteligente y sensible, en apariencias severa, que se niega a aceptar en los otros, y en ella misma, cualquier tipo de imperfección.

El entretejido de la trama principal y de las subtramas es otro de los aciertos: la historia de sus protagonistas corre paralela a la de otros personajes ”“los padres y los hermanos de Horacio; Emma, la amiga de la familia; el médico del niño; Ofelia, la criada de Beatriz, y Diana, la pequeña que vive en Francia”“ y se cruzan cargando de significados los pasajes. Espacio y tiempo han sido trabajados con esmero: Óyeme con los ojos transcurre en Bogotá, pero otros escenarios -Barcelona y Parí­s- resultan esenciales para comprender la historia y la conducta de Beatriz. El tiempo narrativo es el presente, pero simultáneamente hay un pasado que se revela a través de diferentes recursos: cartas, conversaciones y recuerdos.

Óyeme con los ojos será un texto especialmente gratificante para un lector atento, dispuesto a paladear los referentes culturales que aparecen imbricados en la narración: la pintura de Joan Miró, la poesí­a de Garcí­a Lorca, la arquitectura catalana...

Las ilustraciones de la española Chata Lucini, trabajadas en medios tonos, brindan un soporte efectivo a una propuesta literaria en la que las evocaciones visuales adquieren un papel protagónico.

Sergio Andricaí­n